23 jun 2011

Poesías Infantiles

Herrera (Adela Bash)


En casa de herrera, cuchilla de pala.
En casa de pistolero, revólver sin bala.
En casa de dentista, caries a la vista.
En casa de modista, nunca hay ropa lista.
En casa de peluquero, nadie se corta el pelo.
En casa de cocinera, comida comprada afuera.
En casa de adivino, nadie sabe su destino.
En casa de pedicuro, callos demasiado duros.
En casa de cirujano, nadie permanece sano.
En casa de pintor, siempre falta color.
En casa de sastre, el traje es un desastre.
En casa de banquero, ausencia de dinero.
En casa de profesor, la ortografía da horror.
En casa de joyero, orejas sin aro.
En casa de herrero, cuchillo de palo.



El dragón Filiberto (Liliana Cinetto)


El dragón Filiberto
quiere dar un concierto
e invita a sus amigos
a escucharlo cantar
pues ha ensayado tanto
en su clase de canto
que cree que está listo
para un gran recital.
Nadie falta a la cita
en un claro del bosque.
Filiberto nervioso
se dispone a cantar.
Pero entonces ocurre
que enormes llamaradas
le salen por la boca
sin poderlo evitar
y le quema las plumas
a un gorrión distraído,
le chamusca la oreja
a un conejo haragán.
A una ardilla coqueta
se le enciende el vestido
y le incendia la cola
a un zorro charlatán.
Todos los invitados
huyen despavoridos
y el pobre Filiberto
¡BUAH! se pone a llorar.
Patalea en el suelo
y no tiene consuelo:
—No hay caso. ¡Qué fracaso!
Nunca podré cantar.
Al verlo deprimido
y descorazonado
una vieja lechuza
lo quiere consolar
y le dice en secreto
que le dará un consejo
para que sin peligro
pueda por fin cantar.
Otra vez Filiberto
organiza un concierto
aunque no es en el bosque
sino en otro lugar.
Pues siguiendo el consejo
de la lechuza sabia
dentro de una bañera
el dragón cantará.
Y así mientras lo escuchan
cantar bajo la ducha
el dragón Filiberto
su sueño cumplirá.

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